Plato ilustrado que representa la historia de una ahijada y una madrina que llevan toda la vida bailando, entre otras cosas, al son de Violeta Parra.
La decoración de la pieza combina las técnicas de mishima y esgrafiado. En la primera, se practican incisiones sobre el barro para luego rellenarlas con engobe (arcilla coloreada). Después se lija el sobrante, consiguiendo así líneas finas con mucha definición. El esgrafiado se emplea en el bocadillo y el gramófono, donde se aplican manchas de engobe para retirar posteriormente con un vaciador, dando forma al dibujo y las letras.
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Cerámica